De los trópicos a los polos, el calentamiento global habrá transformado el planeta radicalmente en pocas décadas. Los impactos serán económicos y humanos.
La geotransformación ha comenzado. El planeta Tierra está cambiando de modo insólito y rápido. “A mediados de siglo las evidencias del cambio climático, en aspectos que ahora pueden no ser aún muy visibles, serán incontestables”, dice el experto Manuel de Castro, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Muchos países no tendrán capacidad económica para poner en marcha medidas de adaptación que eviten los impactos más adversos. Los desarrollados seguramente sí, pero con un coste alto.
Las temperaturas seguirán aumentando y, hacia 2050, la media global será entre uno y dos grados más alta que ahora, dependiendo de cuántos gases de efecto invernadero se emitan. “Y eso es mucho: hay que tener en cuenta que se ha fijado, el límite de dos grados de aumento, aproximadamente, desde la época preindustrial, como máximo a no superar para evitar las peores consecuencias, y a mediados de siglo estaremos muy cerca o ya en esos dos grados”, continúa el especialista.
La convulsión del clima tiene múltiples manifestaciones, efectos y retroalimentaciones. “A mediados de siglo, el Ártico será un océano libre de hielo en verano, con importantes rutas de navegación y transporte marino, así como grandes puertos e infraestructuras asociadas”, describe Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Y más sobre el Ártico dentro de 50 años: “Muchas especies asociadas al hábitat del hielo, como el oso polar, focas, morsas y algas, se encontrarán en un estado crítico de conservación o se habrán extinguido, mientras que muchas otras, como el bacalao, gambas, bosques de algas y praderas submarinas se habrán extendido creando nuevos ecosistemas con nuevas funciones y servicios a la sociedad”, añade este oceanógrafo experto en los confines septentrionales de la Tierra.
Una situación similar vivirá la Amazonia, que puede sufrir una deforestación acelerada por el efecto combinado de las sequías prolongadas y los incendios, como muestra un trabajo publicado en
Proceedings, revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, firmado por el científico Paulo Monteiro Brando, del Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia. “Las interacciones entre el clima y los cambios del uso de la Tierra pueden desencadenar la extensa degradación de las selvas amazónicas; los incendios de alta intensidad asociados a los fenómenos meteorológicos extremos pueden acelerar esta degradación incrementando abruptamente la mortalidad de los árboles”.
Tampoco el cambio en las temperaturas será uniforme, de manera que habrá entre un 20% y 70% menos días de frío extremo respecto a los actuales, especialmente en latitudes altas, mientras que el número de días de calor realmente alto aumentará entre un 30% y un 250%, sobre todo en latitudes medias.
La duración e intensidad de las sequías es probable que aumenten en regiones como la cuenca del Mediterráneo, Europa Central, Centroamérica, noroeste de Brasil y Suráfrica, apunta el catedrático de Castilla la Mancha. En la península Ibérica “los inviernos será un poco más suaves y, aunque seguirá habiendo días muy fríos, serán menos frecuentes; los veranos serán mucho más tórridos y las precipitaciones serán menos abundantes entre abril y octubre”.
Millones de personas notarán el cambio climático directamente en las regiones costeras que el mar, al subir, se habrá comido literalmente o erosionado mucho. Algunas islas, como varias del Pacífico, o las Maldivas, tendrán problemas serios de pérdida de habitabilidad por áreas sumergidas o por la salinización de acuíferos. Los deltas de los ríos se verán afectados, además de playas y costas en todo el mundo, con impacto enorme, por ejemplo, en el turismo.
Tomado de:
Stuart Palley, El País